Quim e Bea s'incontrano per caso in un punto di ristoro lungo una strada,
poi lui la segue e si trovano in una località fuori dalle rotte consuete, e qualcuno comincia a sparare a a colpire.
fuggono, fuggono, feriti, e poi si rifugiano in un villaggio disabitato di poche case inseguiti da chi continua a sparare.
tensione altissima in un gioco al massacro dove mors tua vita mea, non ci sono mezze misure.
una sorpresa al finale, ma lo saprete solo vedendo il film, nessuno resterà deluso.
buona (survival) visione - Ismaele
…El Rey
De La Montaña è la storia di un tipo che si trova in un bosco e viene preso di
mira da un cecchino implacabile senza apparente motivo.
Alla fine c’è un colpo di scena un po’ inflazionato (si
sono viste cose abbastanza simili in diversi film che non nomino per non
spoilerare) ma in fondo il film funziona lo stesso, la tensione non manca e ci
sono un paio di scene belle cattive. E poi alla fine va detto che, anche se non
originalissima, l’idea di fondo è decisamente malsana…
Uno de los
recursos más efectivos para un buen thriller, particularmente para aquellos que
poseen un estrecho vínculo con el cine de terror, es ceñirse estrictamente a un
punto de vista y, desde allí, explorar el fuera de campo, aquello que no vemos pero
está tan o más presente que aquello que efectivamente se nos presenta ante
nuestros ojos. No hay nada más espeluznante que aquello que no podemos definir.
Esta es la clave que vuelve atrapante la propuesta de El rey de la
montaña, tercer film de Gonzalo López-Gallego, luego del
multipremiado Nómadas y Sobre el arco iris.
Como en la ópera prima de Steven Spielberg, el telefilm Duel, el
protagonista (de quien no sabemos prácticamente nada) se ve acechado por un
verdugo absolutamente desconocido, incluso para el propio personaje, quien se
ve obligado a escapar, en este caso, de un despiadado francotirador que opera
desde lo alto de la montaña. Lo arbitrario del recurso que pone en marcha el
suspenso en la historia, es precisamente lo que favorece la tensión en la
película. A esto hay que sumarle un formidable trabajo sonoro, que le permite
construir, en los mejores pasajes del film, un fuera de campo aterrador. Más
allá del inicio, con una inexplicable e injustificada escena de sexo que no aporta
nada a la historia, la primera mitad de la película se destaca por su
inteligencia en la puesta en escena, y por no necesitar de mayores
explicaciones para lograr el efecto propuesto. Sin embargo, la película da un
giro completo al correrse del punto de vista de Quim (el siempre efectivo
Leonardo Sbaraglia) y mostrarnos la otra cara de la persecución, la dupla de
francotiradores que acechan a Quim y Bea. Allí la película derriba toda la
tensión que supo construir con astucia y el juego de gato-ratón pierde todo
interés, y ni la minuciosa puesta en escena del clímax, ni el intenso plano
final con el rostro compungido de Quim (ese final hace pensar que Sbaraglia
entrega más de lo que el personaje y la críptica historia merecen), consiguen
recuperar el nivel de suspenso que caracteriza las mejores secuencias de la
película, quedándose en un simple, concreto y contundente ejercicio de estilo.